miércoles, 29 de febrero de 2012

Te extraño, me extraño.

Paso el tiempo desempolvando algún viejo recuerdo, acariciando despacio el sublime deseo de tenerte, de sentirte, de quedarme y no extrañarte, pero... realmente no extraño tu presencia, sino la mía cuando estaba contigo.

Extraño ver caer tu sombra sobre la mía, extraño ese juego de no ser nada ni nadie, de no tener forma, de solo existir y fluir, existir y fluir, existir y fluir de nuevo, lentamente.

Extraño caer y emerger flotante sobre mi cuerpo, tomarte de la mano y llevarte conmigo.
La calidez sobre mi frente, el perfume, el asombro, la magia, el desvelo, la ternura, el desenfreno, la inocencia, el descontrol, lo suave, lo ambiguo, lo verdadero, el humo, la noche, la altura, las risas, caricias, las luces, los destellos, el ambiente, el romance, las lagrimas,el tabaco... cuando fuimos por última vez, cuando escupimos sobre la cabeza de los mortales, cuando nos sentimos superiores, cuando creímos... cuando creímos.