Yo llegué corriendo, llorando... te busqué pero no estabas, me aislé del mundo entre 4 paredes, sentada en la silla fría del rincón, ahogando mis gritos, estallando por dentro.
No pasó mucho tiempo y de pronto estabas ahí, me preguntaste entre asustado y confundido que pasaba.
- Tres meses! Solo tres meses!
Te acercaste, me abrazaste, yo sentada, tu de pie, senti recostarme en tu abdomen, te agachaste y me diste un beso en la cabeza... un flashback me abordó: mi padre haciendo lo mismo a la hora de dormir. Me sentí protegida.
- Nunca sé que decir en estos casos, ¿quieres un pañuelo?
- Si, por favor.
Saliste corriendo, fugaz, y regresaste no con uno, sino con varios pañuelos.
- Gracias, ya me voy.
- Estas bien, ¿segura?, si necesitas algo aqui estoy.
Y así tu siempre estás mientras yo soy fugaz e intermitente...
1, 2, 3... Despierta.